ECOS DE PERSONAS USUARIAS: “DE HOSPITALERA EN EL ALBERGUE DE LOGROÑO” POR LAURA LAJAS

Del 19 al 26 de julio, Laura Lajas, usuaria de Apdema, ha vuelto a vivir una experiencia inolvidable como voluntaria hospitalera en el albergue parroquial Santiago el Real de Logroño. Su labor ha formado parte de una vivencia más amplia que une espiritualidad, convivencia y generosidad: la del Camino de Santiago.
Nada más llegar, Laura encontró en la acogida un primer reto, pero pronto se sintió parte de un equipo de hospitaleros. Junto a Silvia y Emilio, compañeros en el albergue, ha compartido tareas propias de su responsabilidad como acoger a los peregrinos, preparar cenas, poner la mesa o hacer compras. Pero también ha tenido momentos de descanso, paseos por la ciudad, reencuentros entrañables y sorpresas que han hecho de su estancia algo muy especial.
Como nos cuenta en su crónica, para Laura lo más importante ha sido sentirse parte de un equipo. Un espíritu que el último día se concretó en un hermoso gesto: una empanada casera como símbolo de cariño y gratitud.
La experiencia de Laura nos recuerda que hay mil formas de aportar, de participar en sociedad, de dar y de recibir. Que abrir las puertas también es abrir el corazón. Y que, a veces, los caminos más largos se hacen en los trayectos más pequeños… si se recorren con los demás.
A continuación, su testimonio personal en primera persona. Porque cada experiencia merece ser contada desde dentro.
El día 19 de julio me marché a Logroño al albergue parroquial Santiago el Real en bus.
Cuando llegué estuve llamando y nadie me abría y tuve que ir a la iglesia a que me abrieran el albergue. Cuando me abrieron me dieron las llaves para salir y entrar del albergue y de la habitación donde iba a dormir.
Luego llegó la hospitalera Silvia una señora muy maja que es de Francia, pero habla muy bien español. A la 13h comimos, porque a las 14h se abría el albergue para recibir a los peregrinos. Yo estuve de 14h a 16h y luego me fui a descansar.
Cuando bajé después de descansar vino otro chico hospitalero llamado Emilio un chico muy majo. Estuvimos preparando la cena y la mesa para los peregrinos.
Después de que cenaran los peregrinos, cenamos los hospitaleros no cabíamos y a parte había que estar pendiente de la comida. Sobre las 22:30 nos fuimos a descansar.
El domingo hubo peregrinos, pero no hubo cena para ellos porque había un concierto en la iglesia. Yo tuve ese día una sorpresa porque un amigo mío estaba en Logroño y quedé un rato con él.
El lunes por la mañana fuimos a comprar al Mercadona para la cena de los peregrinos, dejamos la compra en el albergue y nos fuimos de paseo por la ciudad hasta las 12:30 que teníamos que estar en el albergue, porque había que hacer nuestra comida para comer, porque había que comer para 13h porque a las 14h abríamos para los peregrinos.
Yo todos los días hice de 14h a 16h menos el miércoles que me marché a comer con una amiga, ese día no hice el turno me dejaron libre hasta la hora de poner la mesa para los peregrinos.
El jueves y el viernes tampoco me dejaron estar recibiendo a los peregrinos, pero me encargué de otras cosas, pero me dejaron más libertad para descansar, salir y darme un paseo….
El viernes me llevé otra sorpresa, me reencontré con una gran amiga hospitalera que fue hacerme una visita al albergue, que salimos con ella por ahí y nos invitó a un helado. Unos cuantos se fueron pronto al albergue y el hospitalero Emilio y yo nos quedamos con la amiga y nos fuimos a tomar algo.
El último día fue un poco especial porque Emilio me hizo una empanada casera para traérmela a Vitoria.
En general con los 2 hospitaleros que me tocaron muy majos y me dijeron que no fuera, hicimos un buen equipo.