La familia es el primer telón de la realidad que nos rodea a las personas. Es la capa más básica del ecosistema humano. Por eso, el entorno familiar se convierte en referente que sustenta las principales facetas de la persona como la autoestima, la seguridad en uno mismo, la estabilidad afectiva y emocional…
Cada una de las 1.200 familias que formamos Apdema son un fiel ejemplo de ello. Son historias con nombres y apellidos como las Oscar, Pepe, Andoni o Mª José que te presentamos a continuación.

  • Óscar Valderrama
  • Pepe Salmerón
  • Andoni Gallego
  • Ma. José García

La realidad social ha cambiado, aumentando en diversidad y complejidad. También la realidad familiar. Todo ello en una sociedad digital, muy competitiva, con crisis relacionadas con el envejecimiento, la despoblación, el paro, la desigualdad, la crisis medioambiental…

En este contexto nuestro reto es dibujar un nuevo mapa de familias. Ser capaces de entender sus realidades y dinámicas. Y encontrar juntos nuevas fórmulas que permitan que cada familia pueda tener un proyecto de vida.

Desde siempre, en nuestro movimiento asociativo Plena Inclusión, junto a los modelos de calidad de vida individual, hemos ido desarrollando los modelos de calidad de vida familiar que nos sirven de referencia para trabajar en el ámbito de las familias. Recientemente, en Apdema hemos iniciado un Estudio de necesidades de las familias y personas con discapacidad intelectual asociadas. Además de detectar claves de mejora y adecuación de los servicios, el estudio contribuirá a fortalecer la participación e implicación de los distintos grupos de interés en la vida de nuestra asociación.

Con ello, pretendemos:

  • Avanzar en el ejercicio efectivo de los derechos de las familias en todos los ámbitos de la vida: atención temprana, educación, sanidad, vida familiar, apoyos en la comunidad, etc. Poniendo el foco no solo en la realidad de la persona con discapacidad, sino también contemplando las necesidades de toda la familia y potenciando sus fortalezas.
  • Visibilizar, poner en valor, reconocer lo que son y la contribución que hacen las familias de personas con discapacidad en la sociedad y para la sociedad. Gracias a ellas, muchas personas tienen mayor calidad de vida incluso en momentos de crisis. En definitiva, las familias también construyen mundo.
  • Mejorar las políticas de apoyo a las familias, porque no pueden seguir siendo el cinturón de seguridad de las personas, mientras no encuentran apoyos concretos para la conciliación, para paliar el sobreesfuerzo económico que soportan, para encontrar servicios de calidad e intensidad suficiente, para poder envejecer con garantías y seguridad, para paliar el estrés y fatiga crónica de los cuidadores familiares, etc.
  • Invitar a los familiares a la acción y participación en el movimiento asociativo. Necesitamos cooperar, tejer redes de apoyo mutuo y de reivindicación social, porque nuestra fuerza está en hacernos oír juntos como colectivo. Construir un nuevo modelo de activismo, basado en la contribución y transformación social.
  • Garantizar el relevo en el liderazgo de un modelo de organización social de base familiar que necesitamos defender y promover. Nuestras organizaciones deben ser cuidadas para ser capaces de dar buenos apoyos y ser agentes para transformarse y transformar la sociedad.

En definitiva, no podemos perder nuestra identidad familiar. Debemos tener un compromiso firme que integre la mirada de los familiares. Las personas, los ciudadanos y ciudadanas vivimos, nos educamos, nos protegemos en las familias que conforman nuestra personalidad, valores, historia y futuro. Si las familias se agotan, para ellas no hay recambio, y sin familias que vivan con unos mínimos de calidad, no puede existir una sociedad saludable, inclusiva y por lo tanto justa.